La mentira es una forma de eludir la realidad y por tanto la responsabilidad que tendría el afrontar la verdad sobre algo.
Es una forma de evitar circunstancias adversas. Es la creación de una vida paralela. Porque a veces, la realidad resulta tan insoportable que aparece la necesidad de adornarla o incluso transformarla del todo.
Cuando llega a convertirse en un hábito, supone un trastorno psicológico importante, que en la mayoría de las ocasiones esconde un trauma.
La mentira se apodera del individuo. El mentiroso más sensible acaba sufriendo por el hecho de mentir. El menos sensible acaba pagando las consecuencias más tarde, cuando se convierte ante los demás en persona poco fiable, indigna de confianza y carente de crédito. Y cuando esto ocurre, no es capaz de encontrar el hilo conductor y echa la culpa a los demás.
Desde que nacemos y nos comenzamos a relacionar con los demás, comenzamos a ser conscientes de las repercusiones que tiene nuestra conducta.
La mentira siempre es consecuencia del miedo:
Miedo a ser castigados (este lo compartimos con los animales).
Miedo a no ser comprendidos o a ser abandonados. Miedo a lo que piensen los demás de nosotros (estos miedos son exclusivamente humanos).
Existe también el miedo a dañar al otro y esto justifica la llamada mentira piadosa, y se considera menos reprobable que otros tipos de mentira porque lleva implícito un sentimiento caritativo (aunque a veces es más caritativa con el propio mentiroso que con el engañado).
También existe la mentira por omisión: no decir toda la verdad, callar. Este es un tipo asociado con la mentira piadosa, y por mucho que se empeñen sus defensores, sigue siendo mentir.
Y también existe la mentira útil: el fin justifica los medios.
La verdad es una y singular. No existen tantas verdades como personas aunque cada uno vivamos las circunstancias de forma personal. Aunque algunos se empeñen en hablar sobre “su verdad” para justificar sus actos (generalmente reprobables). Los más grandes embusteros emplean eso de “esta es mi verdad” casi continuamente, pero mienten. No existen verdades parciales, verdades en plural. Son simplemente versiones que se adaptan al gusto del consumidor.
En otro orden de cosas hay cuatro tipos de mentiras básicas:
1. La hecha en forma esporádica y espontánea. No suele generar conflictos graves. Todos la utilizamos alguna vez.
2. La evolutiva, que comienza en la niñez y es reforzada por los padres/madres. Se genera por traumas y complejos en la infancia (temores al fin y al cabo). Al comenzar tan tempranamente se asocia con un “exceso de imaginación”.
3. La que se dice como producto de un padecimiento sintomático: para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje que nos da brillo y sirve para mejorar nuestra propia autoestima, inventando logros y consecuciones personales. Para obtener atención como resultado de provocar admiración o pena o compasión.
4. La efectuada como conducta repetitiva. Se llama Mitomanía, y se vive para y por la mentira. Produce graves trastornos en el mentiroso y su entorno, y requiere de atención psicológica.
¿Por qué mentimos?
En ocasiones la mentira proporciona cierto placer, y el mentiroso se siente de alguna forma más listo que los demás. El hecho de correr cierto riesgo de ser descubierto favorece la aparición de una elevación de adrenalina. Cada mentira se encadena a otra sucesiva.
La relación del mentiroso con la autoestima es fundamental. La falta de seguridad en las capacidades personales le lleva a caer en la tentación de adornar su historia y habilidades para causar una impresión más favorable en los demás. No sólo busca la aceptación social, sino también la admiración. Refleja un grado elevado de inmadurez y ambición.
El mentiroso genera continuamente hechos para reafirmarse en su mentira. Si imagina que es un gran literato o poeta, lo dice y además busca poemas, los copia, los parafrasea y los da a conocer diciendo que son suyos. Cuanto más ambiciosa sea la mentira, mayor será el esfuerzo, a veces titánico, para mantenerla y darle un soporte creíble. Y ese trabajo singular, puede conducir a que el mentiroso termine por creer, en cierta manera, su propia mentira vital.
Pero su afán por caer bien, por ser una persona especial con habilidades de primera magnitud, produce el efecto contrario al ser descubierto, ya que los demás se decepcionan y se sienten despreciados (nos ha tomado por tontos), generando una profunda desconfianza casi imposible de superar.
¿Cual es la cura del mentiroso?
La cura del mentiroso es sustituir la mentira por la búsqueda de la mejora de sus méritos verdaderos, mejorar su cultura y sus relaciones con persistencia y paciencia. Se trata de “jugar limpio”.
Dos casos realmente interesantes sobre mentirosos:
Enric Marco – Víctima en un campo de concentración.
Enric Marco Batlle , barcelonés de 91 años, ha contado durante 30 años su dramático pasado como víctima del nazismo en el campo de concentración de Flossenburg.
Su actividad pública comenzó en la transición. Se hacía llamar Enrique Marcos, militante de La CNT (Confederación General de Trabajadores), y llegó a ser Secretario General de esta organización sindical en Cataluña (1977) e incluso Secretario General de la Confederación en 1978-79.
No se trata pues de un mentiroso menor, sino de alguien que adquirió notoriedad, fama y que tuvo una espectacular difusión en los medios de comunicación.
Aunque sus afirmaciones sobre su paso por los campos nazis se remontan al menos a 1976, fue en el año 2000 cuando inició una actividad intensa como pretendido testigo y víctima del holocausto.
Y digo “pretendido” porque era mentira. Nunca pisó un campo de concentración. Según él mismo terminó por confesar, se lo inventó porque “así la gente me escuchaba más y mi trabajo divulgativo era más eficaz”.
Dio un gran número de charlas en centros de enseñanza, sobre su pretendida vivencia como superviviente de los campos nazis. Apareció en un buen número de programas de televisión presentando un dramático testimonio sobre su participación en la guerra civil española, el exilio republicano, la resistencia antinazi, la II guerra mundial y los campos de concentración nazis. Representó a las víctimas españolas de aquellos campos en numerosas conmemoraciones. Además de como testigo, se definía a sí mismo como historiador (lo cierto es que había cursado estudios de historia en la Universidad Autónoma de Barcelona).
Por si fuera poco, durante este tiempo, presidió la Asociación “Amical de Mauthausen”. Fundada en 1962 en Barcelona y en la clandestinidad, por antiguos deportados a los campos de concentración nazis, contaba con más de 900 socios entre supervivientes, viudas, hijos y simpatizantes en España y distintos países del mundo.
Una de las principales actividades de esta asociación es la labor educativa, de la cual cabe destacar las charlas en institutos y universidades y los viajes anuales con estudiantes a campos de concentración. Y aquí fue donde Enric Marco encontró el “caldo de cultivo” más propicio para contar sus mentirosas vivencias. Daba como mil charlas al año o más.
El gobierno de la Generalitat le entregó la “Creu de Sant Jordi” en 1995 y el Ayuntamiento de Barcelona la “Medalla de Honor” en 2001.
Este es un extracto de su emotivo discurso en recuerdo de las víctimas del nazismo en el Congreso de los Diputados:
"Cuando llegábamos a los campos de concentración en esos trenes infectos, para ganado, nos desnudaban, nos mordían sus perros, nos deslumbraban sus focos. Nosotros éramos personas normales, como ustedes.
Nos gritaban en alemán: ¡Linke-recht! . No entendíamos nada, y no entender una orden te podía costar la vida. Tengo la esperanza de que esta vez la lección sea aprendida por todos.
A los jóvenes, que no saben nada de la historia, les falta alguien que se la cuente.
Hay que recordar a esos niños, que no reían y tampoco lloraban, porque no tenían capacidad, siempre en la oscuridad, que eran como la simiente del diablo, según los nazis. Los destruían en cuanto tenían ocasión. Aquellos niños que las madres no podían salvar.
Cuando llegaba la primera selección, y nos ponían a los hombres a un lado y a los niños y a las mujeres a otro, las mujeres formaban un círculo y defendían a sus hijos con sus cuerpos y con los codos, lo único que tenían. Hay que recordar toda esa cosa tan turbia.
Aquellas noches en la barraca, en las cuales sentías un alarido, un grito de animal herido. Aquel hombre que durante el día todavía tenía cierto orgullo y dignidad para esconder sus debilidades, pero que en el momento de la noche se desataba.
No podemos repetir. No podemos ver más a esas madres con los críos en brazos muertos de hambre y las ubres vacías para darles leche. Tendremos que hacer alguna cosa que no sea lamentarnos, muchas cosas para que nuestra juventud no se vea captada por estas doctrinas que dicen que Hitler defendió Europa cuando le costó 50 millones de muertos.
Habrá que hacer alguna cosa para no ver en un inmigrante a un enemigo, porque todos fuimos inmigrantes. Habrá que rechazar la agresividad y la violencia venga de donde venga.
La Amical de Mauthausen se creó para tutelar a aquellos españoles sin patria. No fuimos a parar a los campos de concentración por azar, sino defendiendo cosas que creíamos que valían la pena. Defendíamos la igualdad de derechos y una España que nos parecía que en aquel momento se abría al progreso.
Todos los años, cuando desfilamos en Mauthausen, desde la tribuna se dice: ahora pasan los republicanos españoles, primeros defensores de la libertad y la democracia en Europa.
No tuvimos suerte. No tuvimos un gobierno que nos auxiliara, que nos quitara esos harapos y nos diera asistencia médica. Ni un país al que volver para explicar lo que contamos ahora, que lo teníamos que haber hecho hace 60 años, si nos hubieran dejado.
Francia nos dio asilo político. El pueblo judío, que sufrió tanto, pudo crear su propia patria. Nosotros no.
Qué se dice de los españoles que murieron en Francia sin poder volver a España. Va siendo hora de hacer justicia".
En 2005, un historiador, Benito Bermejo, que lleva años estudiando la vida de los republicanos españoles en los campos de concentración nazis, fue quien hizo saltar todas las alarmas. Investigó y advirtió que el nombre de su presidente no aparecía en los archivos de Flossenburg, lo que confirmaba sus sospechas de que la biografía de Marco no era real.
Conocía a Enric Marco desde hacía tres años, y siempre había sospechado que lo que contaba no era verdad. Le sorprendía la falta de pudor de Marco al recrearse en los aspectos más dolorosos de su estancia en el campo de concentración. Esto no era habitual en otras víctimas. Aunque su actividad como conferenciante era muy intensa, evitaba conversar “cara a cara” con otros supervivientes.
Encontró datos que no coincidían. “Relataba cosas extrañas que no se correspondían con la historia”.
Enric Marco contaba que trabajó en Barcelona de mecánico hasta la derrota republicana, momento en que se exilió a Francia para integrarse en la Resistencia. Contaba que fue detenido por la policía nazi y deportado a los campos de exterminio, de los que habría sido liberado en 1945. Desde ese momento, había seguido su lucha clandestina en La CNT.
La realidad es que Marco viajó a Alemania a finales de 1941 con una expedición de españoles que buscaban trabajo en aquellas tierras. Fue detenido en 1942 e ingresado en prisión durante un breve periodo, ya que volvió a España en 1943, mucho antes de la liberación de los campos nazis de 1945.
Una vez que Benito Bermejo puede comprobar sus sospechas, tras consultar los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid, pone sobre aviso a la asociación, que hace a Marco volver de Austria, donde se encontraba para participar en un homenaje internacional a los deportados en Mauthausen.
Estaba previsto que tomara la palabra en nombre de los republicanos españoles, y la asociación, con gran consternación, le fuerza a volver a España y a presentar su dimisión.
Poco después, Enric Marco comienza a hacer declaraciones a los medios de comunicación. Explica que le hubiera gustado que “el asunto se hubiera desmontado más discretamente”. También dice que cuando supo que Benito Bermejo le estaba investigando pasó “los peores momentos de su vida”.
Dice que no mintió por maldad, que mantuvo la mentira porque “parecía que me prestaban mayor atención”. Y también que “sabía que tarde o temprano se descubriría la mentira, pero sólo esperaba ganar tiempo para retirarme”.
Miles fueron los afectados directa e indirectamente del ataque a las torres gemelas del World Trade Center, y tras el atentado, un grupo de supervivientes sintió la necesidad de agruparse en una asociación llamada "Survivor's Network", en la que poder compartir experiencias y ayudar a otros en su misma situación.
Poco tiempo después de constituirse la asociación, se presentó una mujer llamada Tania Head. Tenía unos 30 años y decía ser una de las supervivientes del atentado del 11-S, y que se encontraba en la planta 78 de la torre sur. Su relato les pareció fascinante y desgarrador, hasta el punto de nombrarla presidenta y directora de la asociación, hasta Septiembre de 2007, cuando se descubrió el engaño.
Tania explicó con todo lujo de detalles cómo fue su traumática experiencia durante el atentado. Contó como, tras el impacto del avión en el edificio, la planta en la que se encontraba se llenó de combustible y todo empezó a arder. Mostraba uno de sus brazos lleno de cicatrices y quemaduras como consecuencia del desastre. "Nunca olvidaré lo que vi.", dijo en un acto universitario en 2006. Y añadió: "Había mucha muerte y destrucción, pero siempre vi esperanza".
Tania Head decía que era hija de diplomáticos (mentira), que había estudiado en las universidades de Standford y Harvard (desmentido por ambos centros), que en el momento del atentado trabajaba en las oficinas que Merrill Lynch tenía en la torre sur (desmentido por la empresa), que ese día pensaba casarse con su novio Dave, que murió en la torre norte (desmentido por la familia del teórico novio, afirmando que nunca habían oído hablar de Tania, y que la historia era imposible), que fue tratada en un hospital (nunca dijo en cuál), que un hombre, antes de morir, le dio su anillo de casado para que se lo entregara a su mujer (no se tienen datos), que su brazo quedó mal tras el atentado (desmentido por sus conocidos), que salvó su vida gracias al famoso “hombre del pañuelo rojo” (héroe real que salvó la vida a 18 personas antes de morir allí) porque le apagó las llamas del hombro.
Todos los elementos del relato hacían que Tania Head fuese la superviviente y afectada del atentado “perfecta”.
Parece que nadie de los muchos que escucharon su historia se atrevió a preguntar más detalles: "Creía que eran cosas demasiado privadas y dolorosas como para preguntárselo", explica la madre de una de las víctimas.
Día tras día su implicación fue mayor. Cada vez era más habitual verla en actos institucionales junto a importantes personalidades, entre ellos el alcalde de la ciudad de Nueva York, Rudolph Giuliani.
No ganaba dinero como presidenta de la asociación de supervivientes. Tampoco como guía de la “zona cero”. Y ofrecía su propio piso para reuniones de la asociación.
En 2006, para los actos de celebración del quinto aniversario de los atentados, el rostro de Tania Head era uno de los más populares de la ciudad y su historia fue la elegida para englobar la de todos los supervivientes de aquel fatídico 11 de Septiembre. Todos los medios de comunicación informaban sobre lo relacionado con el 11-S y la mujer que representaba el espíritu de superación de tan dramática experiencia.
Pero para un periodista del New York Times, había algo en la historia de Tania Head que no encajaba. Comenzó a indagar sobre su vida, a entrevistar a otros miembros de la asociación, a buscar en la hemeroteca del periódico. En la lista de supervivientes no aparecía el nombre de Tania Head por ningún lado.
Por fin, el 27 de septiembre de 2007, aparece en portada del New York Times un artículo en el que se destapa el falso testimonio de Tania Head sobre su presencia en el lugar del atentado y cómo jamás vivió lo relatado por ella.
Dos días después, el diario español La Vanguardia se hace eco de la noticia del New Yok Times y publica un extenso artículo sobre la verdadera identidad de Tania Head.
Tania Head es el nombre falso que adoptó Alicia Esteve, de nacionalidad española, después de los atentados del 11 de Septiembre de 2001.
Alicia Esteve, es una barcelonesa perteneciente a una rica y famosa saga de industriales de la alta sociedad catalana. Años atrás, su familia se había visto envuelta en un escándalo tras una multimillonaria estafa.
El mismo día que Tania Head dijo que estaba en un hospital de Nueva York recuperándose de sus heridas por las quemaduras sufridas en el atentado, Alicia Esteve se estaba matriculando en un curso de la prestigiosa escuela de negocios ESADE.
En su tiempo en el curso, jamás mencionó el atentado del 11-S, sin embargo, sus historias fantásticas sobre cómo se lesionó su brazo eran infinitas: a bordo de un Ferrari, montando a caballo en el Club de Polo de Barcelona…
Alicia Esteve vivía en Barcelona. Trabajó desde 1998 hasta 2000 en la empresa Hovisa. Era secretaria de uno de los directivos de la empresa y llevaba la facturación.
Sus compañeros de entonces la describen como una persona con aspiraciones profesionales y con ganas de ser centro de atención. “Era de carácter complicado y no hizo la vida fácil a nadie”, asegura una de las personas que trabajaba con ella en Hovisa.
Quienes la conocían coinciden en que le gustaba sobresalir, fantasear sobre su vida. Se contradecía con frecuencia y solía contar historias increíbles. Explicaba la minusvalía de su brazo contando como cuando era joven, conduciendo junto a su novio un Ferrari a 200 kilómetros por hora, tuvo un grave accidente y el brazo salió despedido. Decía que tuvieron que buscar el brazo y reimplantárselo. Constantemente hacía ostentación de la posición económica de su familia y como tenía un buen nivel de inglés, alardeaba de sus estudios en Harvard y Stanford. También presumía de tener un novio cirujano plástico en Estados Unidos.
Así es cómo se destapó la mentira de una persona que quiso fama y notoriedad y que, para ello, no dudó en engañar a toda una nación a costa de hacerse pasar por quien no era y decir vivir lo que jamás vivió ni sufrió.
La organización de supervivientes que presidía la destituyó fulminantemente. New York Times intentó varias veces entrevistarla, pero los encuentros concertados fueron cancelados hasta en tres ocasiones esgrimiendo motivos de privacidad y problemas emocionales. Nunca quiso defender su versión de los hechos ni aportar detalles. Su único comentario, por teléfono, fue: “no he hecho nada ilegal”.
Nada más se ha vuelto a saber de la farsante. Desapareció de la noche a la mañana y un día de 2008 los miembros de la asociación Survivor's Network recibieron un correo electrónico desde una dirección española en el que les decía que Tania Head se había suicidado, hipótesis a la que muy pocos han dado credibilidad, debido a su extenso historial de mentiras y engaños.
Menuda farsante. Es increíble las ganas de notoriedad y el morbo que uno tiene que tener para inventarse una cosa así. Una enfermedad gravísima la de esta Tania. Queda lo bueno que haya podido hacer por las verdaderas víctimas.
ResponderEliminarSobre Alicia Esteve, si seguís su cuenta de Twitter @AliciaEsteveH veréis que es tal y como la describe este artículo: vive en su propio mundo de fantasía, alardeando de su alto nivel de vida y haciendo caso omiso (o bloqueando) a los que le piden explicaciones sobre el asunto Tania Head.
ResponderEliminarSu blog también es de traca https://aliciaesteve.wordpress.com/