“Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades.”
Con estas palabras Antonio López resume su particular modo de acercamiento al objeto a pintar.
Sus cuadros se desarrollan a lo largo de varios años, décadas en ocasiones, con una plasmación lenta, meditada, destilando con cada pincelada la esencia del objeto o paisaje, hasta que el artista consigue plasmar la esencia del mismo en el lienzo.
El pintor busca entre la realidad que le rodea aquellos aspectos cotidianos, que él recoge con un tratamiento pleno de detallismo, rozando lo fotográfico. Sus preferencias van desde las vistas de Madrid hasta los retratos de sus familiares, pasando por los objetos más cotidianos y cercanos.
A lo largo de la mayor parte de su carrera artística, Antonio López ha desarrollado una obra independiente, en medio de un panorama artístico estructurado en base al informalismo y la abstracción.
Tengo la inmensa suerte de conocer a Antonio López. Cuando estudiaba Bellas Artes, iba de vez en cuando a charlar con nosotros. Era un placer inmenso.
También, durante aquellos años, le ví en numerosas ocasiones en la Gran Vía, pintando, tomando apuntes.
Hemos vuelto a coincidir una sola vez en los últimos años, por motivos personales, y tuve ocasión de saludarle. Es una persona tímida, humilde en el mejor sentido de la palabra. Una persona sabia.
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